La mayoría de las personas que han leído este blog me han preguntado el por qué del nombre, y yo me he reído y he contestado que a mi amigo Pablo se le ocurrió.
Para satisfacción de mi camarada, de inmediato me gustó la idea, porque sonaba bien para un blog y provoca esa curiosa pregunta...¿por qué discípula de Pablo?.
Con el tiempo, también descubrí que coincidía con el nombre de mi padrino, lo que reafirmó más aún aquella elección...
Este último tiempo he recordado mucho a Pablo y es porque estoy volviendo al origen, a las cosas que realmente me gustan: escuchando música que él me enseñó y recordando lo bien que lo pasábamos caminando sin destino por la ciudad, por el puro gusto de conversar. A él llegaba con las historias de mis aventuras amorosas, sólo para que se riera conmigo de las travesuras y me dijera eso que yo no esperaba que dijera…
Hoy le dije que escribiría sobre él, no le dije dónde, ni cuando, le dije que lo haría... él me compartió su mundo interior y por eso me hizo y me sigue haciendo muy feliz...
Juntos, disfrutamos y perseguimos a los héroes: Parra, Víctor Jara, Jodorowsky, Gonzalez, Mozart, Corgan por nombrar algunos, fueron los descubrimientos juveniles… Hoy Pablo escribía: “me acuerdo q una vez dijimos q el rock tenía una relación con el lado más primitivo del ser humano”… Y así podíamos estar tardes enteras perdiendo el tiempo caminando del colegio a la casa o de la gruta de Agua Santa… nuestro punto de encuentro… descendiendo hasta la costa…
A mí me gustaba ir a leer durante la tarde a Caleta Abarca y cuando me daban ganas de conversar, lo llamaba de un teléfono público que estaba en el reloj de flores para que bajara al encuentro...
Pienso en él mientras voy haciendo todas esas cosas simples que me gustan: leer, recordar el nombre de los árboles y las flores mientras camino, andar en bici, pintar, escuchar música o cómo él exclamó: Pisar las hojas de los árboles en otoño!
No creo que más de dos personas sepan que en otoño yo camino saltando para pisar las hojas o que vereda escojo al bajar el cerro, o que salía a caminar sola por Valparaíso durante el invierno, o dónde besé a escondidas al muchacho que me gustaba en aquel entonces.
Pablo sabe todo eso y sabe también, que yo lo seguía a él antes de que fuéramos amigos para subirme en su colectivo como sin querer y poder hablarle. Yo lo escogí a él mucho antes, mientras escuchaba esas canciones que yo juraba que nadie conocía de los Beatles. Lo escogí, porque me llamaban la atención sus opiniones en clases, porque me daban risa sus bromas.
Las personas inteligentes son chistosas porque se pueden mover sin atados entre las cosas.
Así es el Pablo, y por eso lo admiro, porque cree en sí mismo y siente que puede hacer de su vida algo legendario. Porque como le aseguré hoy, está en mi lista de favoritos, pero no es mi favorito. Y eso es lo rico, que puedo hablarle como si fuera cualquier día hace 10 años atrás y sigue todo transcurriendo como si nada.
Me comprendo en esta nostalgia y es que ahora me estoy observando en lo simple, y ya casi no quedan teléfonos públicos, ni amigos que no estén trabajando o en otro país, como él mismo… y veo como avanzan las comunicaciones, pero se hace más difícil encontrar compañeros de ruta…
Hoy celebro perder el tiempo caminando, cómo lo hago después del trabajo… un poco más sola, pero un poco más sabia y liviana. Mi adolescencia fue tan romántica, eléctrica y nebulosa, que ahora es exquisito caminar sin importar mucho lo que piensen los demás, y sin rollos con los papás… así livianita sintiendo el viento y augurando que todo va a estar bien porque he crecido llevando sólo lo que sirve y dejando atrás lo que no me permite fluir. Ahora sé lo que quiero, porque me quiero, y voy a dejar que todo pase, así como un día que va partiendo caminando junto a mi amigo Pablo…
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