
Estaba ansiosa por escribir estas palabras mientras aún eran emociones vívidas y menos descripciones, pero no me lo permitió el cansancio, ni la continuidad del viaje. Este es un esfuerzo por situarme sobre la avioneta: entre la tierra y el cielo.
Debo comenzar explicando que he viajado al Amazonas ecuatoriano... o mejor dicho al territorio de los Achuar y algo extraño me ha sucedido, porque no me he querido marchar. Sigo sobrevolando el pulmón verde infinito de la tierra tratando de identificar los mecanismos que permiten el circuito: el dialogo entre la lluvia y el verde.
Y asi: como aparece territorio infinito para nuestros sentidos, no lo es para nuestra razón, pues desolador es saber que cada vez nos queda menos...
que las petroleras han invadido este delicado ecosistema. Es paradójico, pues cuando estás adentro de ella, (porque amazonas es ella) estás sumerigida... o adaptas tus sentidos y hábitos a la humedad o mueres. Mientras, al mismo tiempo es tan debil,
pues son sólo unos centrímetros de tierra fértil que la lluvia podría lavar y transformar en páramo...
.....Cuando voy sobre la avioneta, voy atrapada por este planeta, soy más terrestre que antes.
Debajo y entre las nubes que vamos atravesando se enreda un aire espeso y húmedo.
Pienso en la gravedad, en la gravedad de la muerte por ejemplo. Porque si en aquel momento se estrellara sobre el verde este cuento, quisiera quedar fantasma. Morir invisible fantasma, para gravitar contemplando colores entre bóveda y tierra.
Porque arriba no tienen sentido los sueños: los mañanas, los proyectos. Vuelas toda presencia y
en simpleza.
Y regresas a la ciudad para azotarte contra la almohada escuchando la complejidad del cerebro humano. Es que no!
No, la vida es más simple todavía!
El aire tiene peso y espesor y yo soy más simple que antes,
más simple todavia!
Me sobrecoge la dimensión de este pacto... pero no hay más vuelta que darle...la felicidad es amar y cuidar esta tierra. Si tuvieramos más oportunidades de volar nos daríamos cuenta de lo terrícolas que somos. Caminamos mirándo el suelo sin ver las raíces.
Los achuar dicen que la selva es para ellos su farmacia, mercado y ferretería. Basta adaptar la piel a los mosquitos...pero aqui estamos mirando como caen las cenizas.
Extraño el contagioso olor a humedad de mi ropa, la orquesta de insectos, el sudor y la irreflexibiliad de ciertos gestos.
Aquí llueven las cenizas de un bosque y el humo ha tapado durante dos dias la luz del sol, pero aún asi todos seguimos el camino recto, como el camino del trabajo a la casa... sin caer en cuenta del camino circular ...porque este planeta es uno y todos nuestros caminos son giros.
Bastaría girar para ver...
Par(r)afraseando el artefacto : que la tierra no es nuestra, sino que nosotros somos de la tierra.
Valiente el achuar que cultiva su cultura, que protege su tierra en lo profundo del bosque.
Y más al sur...el mapuche que cuida la tierra de represas, celulosas y sierras....
Gracias gracias...maketei maketei por re-cordarnos lo que olvidamos por tener nombres.


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