Se acabaron las gentilezas, las sugerencias y las preocupaciones.
Estoy en pie de guerra.
Por cada indiferencia seré tres veces más indiferente.
Por cada silencio, pondré mi música más fuerte.
Hasta que conquiste plenamente este lugar,
no voy a volver a perder un lugar,
creen que extraño a la personas,
y yo siempre he estado enamorada de los lugares,
echo de menos las ventanas, los balcones, las luces, los olores.
Lo mejor es que esta tensión bélica me quita a ratos el dolor de cabeza.
Por último,
declaro que igual te voy a invitar a comer,
porque comer es un acto cultural.