Wednesday, December 01, 2010

Trato de comprender.
Pero no entiendo.
¿Soy un infierno disfrazado de Paraíso?
Entonces, por qué me van a buscar a mi hogar?
Por qué?
Si estoy abrigadita,
con la mamita luna,
en el calor de mi núcleo, horneando el pan, cuidando cientos de pequeños detalles...

Por qué insisten en ir a buscarme?
Preferiría quedarme en el regazo,
pero me llaman para pedirme algo que creen que tengo,
y me confunden con sustantivos en mayúsculas y adjetivos calificativos de todo.
Un lenguaje que aprenden de memoria en las fábulas y que me es tan familiar,
tan familiar...
pero no es suyo, víctimas y victimarios de sí mismos!
Escaparse es pobre,
¿aprenderán a celebrar en la abundancia de saberse vivos?
Me pregunto...
¿Para qué me van a buscar a mi hogar?
¿Para llenarse la boca con certezas que no tienen?
Se hacen cargo de su estatus conmigo, pero no de abrir, ni comprender.
¿Entonces, para qué me llaman?
Si yo soy mujer, no soy una enfermera,
ni reto que sortear para llegar a la felicidad de ninguno. No existe el fin de la historia, de verdad que no.
Me transforman,
se sumergen en las profundidades del mar para decirme que soy extraña...tan extraña...
que soy a la primera que llaman con ese nombre...
Y luego,
cuando se cansan de escuchar el canto, de mirar lo aquello que no tiene forma,
me lanzan discretamente al azul del silencio abismal,
donde he sido feliz,
pero ahora desorientada y sin suelo,
y tengo que volver a construir a pedazos rotos esta conchita que me cuida y contiene,
que llamo vida, que llamo hogar.
No me busquen, no he querido convencer a nadie,
sólo he sido lo que soy.
Fiel a mí misma y al amor que llevo en el cáliz de mi sangre.
Discúlpenme, pero por favor, no me vuelvan a llamar,
no quiero ser fuerte, quiero ser libre en lo sin forma, sin títulos
de nobleza, ni cargos de responsabilidad.
Porque sí,
éste es mi infierno,
pero es tibio, bueno, es dulce y sincero...

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