
Buenos días mi amor...
Permíteme invitarte esta mañana al Paraíso.
Concédele un entre abrir de ojos a la mujer que hizo de tú lecho, sábana blanca, hogar del yogurt dulce y de la bebida, danza.
Concédele nuevamente a la yema de sus dedos, el placer de ir dibujando
las constelaciones de tú espalda.
Despacio, sin dejar marca...
En la demora... de viajar a cámara lenta... más arriba... más alto.
Como una lengua felina que va curando de lo herido a flecha esclavo.
Descubriéndote nuevamente libre y puro a la borrachera de sus fluidos...
Siente como en el despertar de tú cuerpo y su canto,
vas cavando mi tumba magna,
al olvido, pero ya sin pacto...
Como tú dominio se va haciendo amplio, para quitarme todo,
hasta el espanto,
de verte de florecer, y gritar como en un parto:
por la cresta,
de quererte tanto!
Qué sentido tiene decir ahora:
Eros Valiente!
Dios de rostro oculto, tú que perdonaste a Psique por haber tenido la osadía de mirarte, te suplico por la convertida diosa...
libra mi suerte!
de querer morder su vida con mis dientes,
de amarrarme a su pelvis calva para que vuelva a honrarme eternamente,
con ser la primera que entre risa y llanto, hizo un día del cojo santo:
un hombre bello, el hombre fuerte!
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