"Hay quienes aseguran que no fueron los encantamientos del hada los que lo hicieron posible, sino el amor el que obró esta transformación, pues dicen que la princesa, habiendo reflexionado acerca de la perseverancia de su enamorado, de su discreción, y de todas las buenas cualidades de su alma y de su inteligencia, no advirtió la deformidad de su cuerpo, ni la fealdad de su rostro, que su joroba no le pareció más que una ligera inclinación de la espalda propia de un hombre estudioso, y que en lugar de verle cojeando espantosamente, no le encontró más que un cierto aire lánguido al caminar que la seducía; dicen incluso, que sus ojos, que eran bizcos, le parecieron perfectos, y que, en fin, su enorme nariz roja tuvo para ella un aspecto marcial y heroico" EN: Riquete el del Copete, Charles Perrault.
