Monday, March 17, 2008



Recojo tu gesto íntimo para hacerte presente aquí Lela, cuando nos veo ausentes...
Amiga, es suave mi caminar santiaguino entre edificios de vidrio.Sigue siendo mi paso el constructor del tiempo...pero el verano no se quiere ir por más que calce botas y verde.
Desde aquí puedo sentir el crujir de las hojas de los castaños camino al instituto. ¡Te juro que sí, te juro que sí soy del musgo, del árbol deshojado!
Sigo siendo la domadora de bicicletas, la jinete de otoño... desconcentrada siempre, enamorada del espacio...







Carta de Mariela:
Nunca pensé que un día subiría esa escalera,
recorrería ese pasillo
con otra intensión que no fuera una prueba o ver a Alejandra
en la oficina
que tanto miedo le tenía
y temblaba cuando llegaba a su puerta al ver a María,
la profesora que nunca dejó de equivocarse en decir mi nombre.

Nunca pensé que las cosas cambiarían así,
que ese pasillo dejaría de ser pura perspectiva sin sentido
que ese fondo negro de la imagen ya no sería negro...
porque no hay negro, sino un poema que no se ve en su fondo
o trasfondo...
como pasa con las personas:
tienen poemas en sus ojos...

Y la verdad recojo el pañuelo,
amiga del alma,
ese que me dejaste anudado a los ojos
para que fuera develando de a poco
cuál era la llave correcta,
la llave para abrir esa puerta donde tanto temía decir palabra alguna
la puerta que tu misma dejaste entreabierta
una vez y pude conocerte,
la puerta que hoy veo casi todos los días
buscando las llaves en el bolso rojo
la puerta que aún espero empujar y verte ahí, en tu silla
, en tu escritorio
, tomando el té verde que tantas veces me invitaste
y hablábamos de lo que pasaba detrás del vidrio de la ventana
sobre el movimiento y las personas...
y guardábamos el estupor del momento bajo un tierno silencio
y luego una cosquilla nerviosa.


La puerta,
la silla,
los papeles
esperan por ti, todos los días
esperan las cosas intactas como las dejaste
te esperan llegar nuevamente, para que les cuentes de tus viajes por el dibujo y la trigonometría
el croquis y los nuevos aires
que ahora visten tus alas

Recorro con respeto las avenidas que construiste,
recorro sin dejar de tenerte presente
sobre los colores dejados con tu paso en esa oficina de la que hablo hoy
y callo hoy,
con este escrito
antes de irme a dormir
para decirte amiga
que detrás de todas las cosas que cultivaste
y veo todos los días
ahí, donde tú y yo sabemos,
estás tú.

..................................


Mis colores son otoño, los suyos primavera. A raíz de ello nadie nos imaginaría hermanas... y es por eso la quiero tanto, porque juntas componemos todos los colores...
Es secreto, no le digan a la María, pero cuando nos encontramos en una esquina nos tomamos coquetamente del brazo y corremos sin rumbo...escapamos de la universidad, de la lluvia, del que dirán y de lo que hacemos todos los días.

(Ella es Mariela, mi amiga.
Si alguien sabe de mí, es ella.
Si alguien le pregunta por mí, ella responde con un una sonrisa silenciosa, igual como yo si me preguntaran por ella, sonrío en silencio...)

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Saturday, March 15, 2008




Estaba ansiosa por escribir estas palabras mientras aún eran emociones vívidas y menos descripciones, pero no me lo permitió el cansancio, ni la continuidad del viaje. Este es un esfuerzo por situarme sobre la avioneta: entre la tierra y el cielo.
Debo comenzar explicando que he viajado al Amazonas ecuatoriano... o mejor dicho al territorio de los Achuar y algo extraño me ha sucedido, porque no me he querido marchar. Sigo sobrevolando el pulmón verde infinito de la tierra tratando de identificar los mecanismos que permiten el circuito: el dialogo entre la lluvia y el verde.
Y asi: como aparece territorio infinito para nuestros sentidos, no lo es para nuestra razón, pues desolador es saber que cada vez nos queda menos...
que las petroleras han invadido este delicado ecosistema. Es paradójico, pues cuando estás adentro de ella, (porque amazonas es ella) estás sumerigida... o adaptas tus sentidos y hábitos a la humedad o mueres. Mientras, al mismo tiempo es tan debil,
pues son sólo unos centrímetros de tierra fértil que la lluvia podría lavar y transformar en páramo...


.....Cuando voy sobre la avioneta, voy atrapada por este planeta, soy más terrestre que antes.
Debajo y entre las nubes que vamos atravesando se enreda un aire espeso y húmedo.
Pienso en la gravedad, en la gravedad de la muerte por ejemplo. Porque si en aquel momento se estrellara sobre el verde este cuento, quisiera quedar fantasma. Morir invisible fantasma, para gravitar contemplando colores entre bóveda y tierra.
Porque arriba no tienen sentido los sueños: los mañanas, los proyectos. Vuelas toda presencia y
en simpleza.
Y regresas a la ciudad para azotarte contra la almohada escuchando la complejidad del cerebro humano. Es que no!
No, la vida es más simple todavía!
El aire tiene peso y espesor y yo soy más simple que antes,
más simple todavia!

Me sobrecoge la dimensión de este pacto... pero no hay más vuelta que darle...la felicidad es amar y cuidar esta tierra. Si tuvieramos más oportunidades de volar nos daríamos cuenta de lo terrícolas que somos. Caminamos mirándo el suelo sin ver las raíces.
Los achuar dicen que la selva es para ellos su farmacia, mercado y ferretería. Basta adaptar la piel a los mosquitos...pero aqui estamos mirando como caen las cenizas.
Extraño el contagioso olor a humedad de mi ropa, la orquesta de insectos, el sudor y la irreflexibiliad de ciertos gestos.
Aquí llueven las cenizas de un bosque y el humo ha tapado durante dos dias la luz del sol, pero aún asi todos seguimos el camino recto, como el camino del trabajo a la casa... sin caer en cuenta del camino circular ...porque este planeta es uno y todos nuestros caminos son giros.

Bastaría girar para ver...
Par(r)afraseando el artefacto : que la tierra no es nuestra, sino que nosotros somos de la tierra.

Valiente el achuar que cultiva su cultura, que protege su tierra en lo profundo del bosque.
Y más al sur...el mapuche que cuida la tierra de represas, celulosas y sierras....

Gracias gracias...maketei maketei por re-cordarnos lo que olvidamos por tener nombres.