Recojo tu gesto íntimo para hacerte presente aquí Lela, cuando nos veo ausentes...
Amiga, es suave mi caminar santiaguino entre edificios de vidrio.Sigue siendo mi paso el constructor del tiempo...pero el verano no se quiere ir por más que calce botas y verde.
Desde aquí puedo sentir el crujir de las hojas de los castaños camino al instituto. ¡Te juro que sí, te juro que sí soy del musgo, del árbol deshojado!
Sigo siendo la domadora de bicicletas, la jinete de otoño... desconcentrada siempre, enamorada del espacio...


Carta de Mariela:
Nunca pensé que un día subiría esa escalera,
recorrería ese pasillo
con otra intensión que no fuera una prueba o ver a Alejandra
en la oficina
que tanto miedo le tenía
y temblaba cuando llegaba a su puerta al ver a María,
la profesora que nunca dejó de equivocarse en decir mi nombre.
Nunca pensé que las cosas cambiarían así,
que ese pasillo dejaría de ser pura perspectiva sin sentido
que ese fondo negro de la imagen ya no sería negro...
porque no hay negro, sino un poema que no se ve en su fondo
o trasfondo...
como pasa con las personas:
tienen poemas en sus ojos...
Y la verdad recojo el pañuelo,
amiga del alma,
ese que me dejaste anudado a los ojos
para que fuera develando de a poco
cuál era la llave correcta,
la llave para abrir esa puerta donde tanto temía decir palabra alguna
la puerta que tu misma dejaste entreabierta
una vez y pude conocerte,
la puerta que hoy veo casi todos los días
buscando las llaves en el bolso rojo
la puerta que aún espero empujar y verte ahí, en tu silla
, en tu escritorio
, tomando el té verde que tantas veces me invitaste
y hablábamos de lo que pasaba detrás del vidrio de la ventana
sobre el movimiento y las personas...
y guardábamos el estupor del momento bajo un tierno silencio
y luego una cosquilla nerviosa.
La puerta,
la silla,
los papeles
esperan por ti, todos los días
esperan las cosas intactas como las dejaste
te esperan llegar nuevamente, para que les cuentes de tus viajes por el dibujo y la trigonometría
el croquis y los nuevos aires
que ahora visten tus alas
Recorro con respeto las avenidas que construiste,
recorro sin dejar de tenerte presente
sobre los colores dejados con tu paso en esa oficina de la que hablo hoy
y callo hoy,
con este escrito
antes de irme a dormir
para decirte amiga
que detrás de todas las cosas que cultivaste
y veo todos los días
ahí, donde tú y yo sabemos,
estás tú.
..................................

Mis colores son otoño, los suyos primavera. A raíz de ello nadie nos imaginaría hermanas... y es por eso la quiero tanto, porque juntas componemos todos los colores...
Es secreto, no le digan a la María, pero cuando nos encontramos en una esquina nos tomamos coquetamente del brazo y corremos sin rumbo...escapamos de la universidad, de la lluvia, del que dirán y de lo que hacemos todos los días.
(Ella es Mariela, mi amiga.
Si alguien sabe de mí, es ella.
Si alguien le pregunta por mí, ella responde con un una sonrisa silenciosa, igual como yo si me preguntaran por ella, sonrío en silencio...)
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